Recientemente tuvimos la oportunidad de conocer el Banco de Alimentos de Zaragoza y fue una experiencia reveladora y enriquecedora. Cuenta con un centro de distribución donde se reciben, almacenan y clasifican los alimentos donados. Desde allí se organizan las entregas a las entidades benéficas y sociales, que se encargan de distribuirlos entre las personas y familias que los necesitan.
La realización de nuestra visita fue por nuestra colaboración con dicha entidad, ya que el Programa Experiencial va a reforzar a los voluntarios en los meses de verano.
Al llegar al Banco de Alimentos fuimos recibidos por el presidente, José Ignacio Alfaro Ximénez, quien nos brindó una cálida bienvenida y explicó el funcionamiento de sus operaciones. Nos contó que los Bancos de Alimentos tienen su origen en Estados Unidos. El primero se fundó en Phoenix (Arizona) y, posteriormente, se extendió por gran parte de Europa. Llega a Barcelona en los años ochenta y se difunde por el resto de España, para poder llegar a los más desfavorecidos en todas las provincias.
Este Banco de Alimentos desempeña un papel crucial en la lucha contra el hambre y favorece la distribución equitativa de recursos en nuestra comunidad. Fue gratamente sorprendente descubrir la magnitud del trabajo que realizan y la dedicación que ponen en ello.
La labor es posible gracias al trabajo voluntario de muchas personas comprometidas, quienes se encargan de la recolección, clasificación y distribución de los alimentos, así como de actividades de sensibilización y recaudación de fondos.
Durante el recorrido, pudimos observar cómo se reciben, clasifican y almacenan los alimentos donados. Los voluntarios se encargan de revisar cuidadosamente cada producto, para garantizar su calidad y seguridad alimentaria. Además de alimentos no perecederos como arroz, pasta, legumbres y conservas, el Banco de Alimentos también recibe y distribuye productos congelados y frescos como frutas, verduras y lácteos, cuando están disponibles.
Es impresionante la eficiencia con la que trabajan, asegurándose de que los alimentos lleguen en buen estado a quienes más los necesitan.
Una de las lecciones más importantes que aprendimos fue la importancia de la solidaridad y la colaboración. El Banco de Alimentos depende en gran medida de las donaciones y el apoyo de empresas, organizaciones y particulares. Es un recordatorio de que todos podemos tomar parte para combatir el hambre y promover la igualdad de oportunidades.
En resumen, fue una experiencia que nos produjo una profunda admiración por el trabajo que realizan. Y nos motivó a ser más conscientes de la realidad que enfrentan muchas personas en nuestra sociedad y a buscar formas de contribuir a través de acciones solidarias.
La realización de nuestra visita fue por nuestra colaboración con dicha entidad, ya que el Programa Experiencial va a reforzar a los voluntarios en los meses de verano.
Al llegar al Banco de Alimentos fuimos recibidos por el presidente, José Ignacio Alfaro Ximénez, quien nos brindó una cálida bienvenida y explicó el funcionamiento de sus operaciones. Nos contó que los Bancos de Alimentos tienen su origen en Estados Unidos. El primero se fundó en Phoenix (Arizona) y, posteriormente, se extendió por gran parte de Europa. Llega a Barcelona en los años ochenta y se difunde por el resto de España, para poder llegar a los más desfavorecidos en todas las provincias.
Este Banco de Alimentos desempeña un papel crucial en la lucha contra el hambre y favorece la distribución equitativa de recursos en nuestra comunidad. Fue gratamente sorprendente descubrir la magnitud del trabajo que realizan y la dedicación que ponen en ello.
La labor es posible gracias al trabajo voluntario de muchas personas comprometidas, quienes se encargan de la recolección, clasificación y distribución de los alimentos, así como de actividades de sensibilización y recaudación de fondos.
Durante el recorrido, pudimos observar cómo se reciben, clasifican y almacenan los alimentos donados. Los voluntarios se encargan de revisar cuidadosamente cada producto, para garantizar su calidad y seguridad alimentaria. Además de alimentos no perecederos como arroz, pasta, legumbres y conservas, el Banco de Alimentos también recibe y distribuye productos congelados y frescos como frutas, verduras y lácteos, cuando están disponibles.
Es impresionante la eficiencia con la que trabajan, asegurándose de que los alimentos lleguen en buen estado a quienes más los necesitan.
Una de las lecciones más importantes que aprendimos fue la importancia de la solidaridad y la colaboración. El Banco de Alimentos depende en gran medida de las donaciones y el apoyo de empresas, organizaciones y particulares. Es un recordatorio de que todos podemos tomar parte para combatir el hambre y promover la igualdad de oportunidades.
En resumen, fue una experiencia que nos produjo una profunda admiración por el trabajo que realizan. Y nos motivó a ser más conscientes de la realidad que enfrentan muchas personas en nuestra sociedad y a buscar formas de contribuir a través de acciones solidarias.
Silvia San Juan
Nerea Pastor
Nerea Pastor